En este post vamos abrir un debate que lleva conmigo desde hace más de 10 años, cuando me inicie en el mundo del entrenamiento personal y me interesé claramente por el trabajo transdisciplinar en equipos de salud.
Esta pregunta es, en algunos fueros, un tanto tabú. La continua guerra y discusión entre profesionales por protegerse del intrusismo hace que plantear este tipo de debates se convierta en un despliegue de argumentos colectivistas.
Espero que, como persona interesada en la integración de conocimiento, seas capaz de entender que con este artículo no se pretende hacer apología al intrusismo ni otorgarle competencias al entrenador que, claramente, NO LE PERTENECEN.
Dicho esto comenzamos.
¿Qué utilidad tiene para el entrenador?
El entrenador personal es una agente de salud muy importante en nuestra sociedad. Por suerte este fenómeno está instaurándose y extendiéndose en la mayoría de países avanzados económicamente.
Su figura gana protagonismo cuando entendemos que es el profesional del equipo de salud que, generalmente, pasa más tiempo con el cliente-paciente.
Es por ello que dotarle de herramientas que ayuden a hacer un control regular de la salud de la persona ayudará a detectar disfunciones bioquímicas que darán paso a la derivación temprana, antes de que esta disfunción se convierta en patología.
Por tanto, interpretar y entender analíticas sanguíneas dota al entrenador de una potente herramienta para evaluar la progresión del programa de ejercicio y para derivar a la persona a los especialistas sanitarios en caso necesario.
¿CUANDO PUEDE EL ENTRENADOR INTERPRETAR ANALÍTICA SANGUINEAS?
El momento ideal para hacer un primer análisis de la bioquímica del cliente es en la entrevista inicial o durante el primer mes del programa de ejercicio.
Las analíticas sanguíneas arrojan información que puede ser muy útil para tomar decisiones sobre el programa de entrenamiento más apropiado para el cliente. Si desde el inicio de dicho programa tenemos en cuenta estos factores seremos capaces de afinar muchísimo a la hora de diseñar el programa de entrenamiento, haciendo que este sea realmente personalizado.
Por supuesto, esta práctica debería convertirse en un hábito que, en mi humilde parecer, debería repetirse dos veces al año cuando trabajamos con población sana.
¿QUÉ TIPO DE DECISIONES TOMA EL ENTRENADOR EN BASE A ESTA EVALUACIÓN?
La respuesta a esta pregunta sería larga. Tanto es así que este post se convertirá en una línea completa de información en mi blog.
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Vamos a poner un ejemplo que ayude a contextualizar este debate.
Caso práctico: La historia de Luis el nuevo maratoniano.
Luis es un hombre de 44 años de edad y sin diagnostico alguno, que visita nuestro centro de entrenamiento dispuesto a prepararse para correr una maratón.
Para él cumplir 45 años es un momento importante en su vida y quiere celebrarlo superando un reto. Ha sido una persona activa toda su vida, pero el trabajo y el cuidado de sus hijos han propiciado que en los últimos años no haga ninguna carrera popular, esas que tanto le gustaban.
Nos comenta en la entrevista que no le gusta ir al gimnasio ni hacer pesas. Pretende que le hagamos una programación basada en trabajo cardiovascular y ciertos ejercicios “funcionales” para prevenir lesiones.
Su prueba de esfuerzo parece normal y su evaluación funcional no arroja ningún parámetro de riesgo de lesión o disfunción del movimiento. Parece que podemos ponernos manos a la obra a programar sus series de carrera y trabajo complementario del primer mes.
Al analizar las analíticas sanguíneas detectamos que sus valores de triglicéridos y de LDL son ligeramente elevados. Es por lo que decidimos calcular las siguientes ratios (que no aparecen en las analíticas):
- Ratio colesterol total/HDL
- Ratio HDL/LDL
- Ratio Trigliceridos colesterol
Los resultados reflejan que la persona tiene un riesgo cardiovascular moderado.
Ante este evento, en primer lugar, le recomendamos visitar a un médico y a un nutricionista.
Tras ello le informamos de que, en su situación, está contraindicado hacer un alto volumen de entrenamiento aeróbico y que debemos comenzar un programa de entrenamiento basado en el trabajo de fuerza.
Cuando sus niveles de oxidación y riesgo cardiovascular estén controlados iremos migrando hacia el tipo de ejercicio que más le motiva.
Ante esta explicación tan profesional, Luis entiende que está en buenas manos e inicia ese mismo día su trabajo con nosotros.
Moraleja:
Si su entrenador no hubiera analizado sus analíticas sanguíneas, probablemente hubiera tomado decisiones incorrectas en el corto plazo que hubieran agravado la disfunción bioquímica de Luis.
¿Puede el entrenador emitir algún tipo de diagnóstico?
Clara y rotundamente NO.
La función del entrenador es cuidar la salud de sus clientes. Utilizará la interpretación de la bioquímica sanguínea para poder:
- Evaluar los efectos de su programa de entrenamiento.
- Derivar de forma oportuna y temprana, aportando informes útiles a otros profesionales.
- Evitar cualquier interacción negativa entre el programa de ejercicio y cualquier tratamiento, farmacológico o no, que el paciente esté siguiendo.
CONCLUSIÓN
Bajo mi criterio, un entrenador cualificado puede hacer uso de la interpretación de la bioquímica sanguínea como una herramienta de evaluación y control del cliente.
Lejos de considerarlo un acto de intrusismo, me parece un acto de respecto a otros profesionales y una muestra de su interés por realizar un trabajo en equipo que beneficie a sus clientes.
El entrenador no debe emitir ningún diagnóstico ni juicio de ningún tipo. Se limitará a derivar al paciente y enviar un informe al profesional oportuno para que este puede actuar según su criterio profesional.
Y tú, ¿que opinas al respecto?
Agradecería tu participación en este debate en el que todos los profesionales a los que nos preocupa la salud de nuestros clientes estamos invitados.
En breve publicaré más información sobre formas de interpretación de analíticas y las decisiones que los profesionales del movimiento podemos tomar al respecto.
